Que sí, que no, que sí hay misa, que no hay misa, que sólo con 10, que nadie entra… así nos tienen a los pobres feligreses. Pero lo que agrega una buena porción de pimienta al plato es la inexactitud del Obispo Benitez al comunicar acerca de lo que se conversó con el ministro de Salud y de las posibilidades de retomar el culto. Al final, no sólo quedaron confundidos los periodistas, que ya nos tienen acostumbrados a sus salidas de bestias de la pluma, sino también los fieles: en muchas parroquias, dirigidas a su vez por párrocos igual de cortos, se están preparando para celebrar misas con 10 personas desde este domingo sin que nadie les advierta del crecimiento exponencial de sus orejas.
Los más viejos –los del grupo de
riesgo– recordarán la música de un grupo llamado “El Símbolo”: Que sí, que no,
que nunca te decides… así bailamos los católicos ésta semana. Y así nos tienen
habitualmente nuestros obispos. Es ese lenguaje clerical acostumbrado por el
que nunca se dice que si ni que no sino todo lo contrario. No decir “no” para
no quedar mál, y no decir “sí” para no comprometerse. Es la actitud cobardona
de jamás asumir una posición que pueda ser calificada como “radical” por otros
de los cobardes del club.
O quizá no sea nada de lo que
digo, sino simplemente cortedad lingúistica. A fin de cuentas, en nuestros
seminarios, en los cuales Monseñor Amancio fue formador, no se enseña a leer ni a
escribir. Y el que no sabe escribir, no sabe pensar. Ecce homo.