jueves, 21 de mayo de 2020

Que sí (misa), que no (misa).



Que sí, que no, que sí hay misa, que no hay misa, que sólo con 10, que nadie entra… así nos tienen a los pobres feligreses. Pero lo que agrega una buena porción de pimienta al plato es la inexactitud del Obispo Benitez al comunicar acerca de lo que se conversó con el ministro de Salud y de las posibilidades de retomar el culto. Al final, no sólo quedaron confundidos los periodistas, que ya nos tienen acostumbrados a sus salidas de bestias de la pluma, sino también los fieles: en muchas parroquias, dirigidas a su vez por párrocos igual de cortos, se están preparando para celebrar misas con 10 personas desde este domingo sin que nadie les advierta del crecimiento exponencial de sus orejas.

Los más viejos –los del grupo de riesgo– recordarán la música de un grupo llamado “El Símbolo”: Que sí, que no, que nunca te decides… así bailamos los católicos ésta semana. Y así nos tienen habitualmente nuestros obispos. Es ese lenguaje clerical acostumbrado por el que nunca se dice que si ni que no sino todo lo contrario. No decir “no” para no quedar mál, y no decir “sí” para no comprometerse. Es la actitud cobardona de jamás asumir una posición que pueda ser calificada como “radical” por otros de los cobardes del club.

O quizá no sea nada de lo que digo, sino simplemente cortedad lingúistica. A fin de cuentas, en nuestros seminarios, en los cuales Monseñor Amancio fue formador, no se enseña a leer ni a escribir. Y el que no sabe escribir, no sabe pensar. Ecce homo.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Religión Sanitaria


La crisis del coronavirus (me resisto a ponerle el nombre de pandemia a un virus de tan baja peligrosidad) ha mostrado qué lo que vale de veras para la gente, lo cual no debería, por otra parte, sorprendernos. Lo que sorprende es que la crisis ha dejado al descubierto lo que piensa la mayoría de los cristianos y, lamentablemennte, la mismísima jerarquía, al menos en sus más notables representantes. 

 La vida es tan importante que sin ella apenas podríamos hacer nada. Para ser santos, al menos es necesario estar vivos. Estamos todos de acuerdo. Sin embargo, Nuestro Señor nos ha advertido seriamente, y no pocas veces, acerca del peligro que encierra pensar demasiado en guardar la vida del cuerpo descuidando la del alma. ¿O acaso hemos olvidado que también tenemos alma? Y un alma cuya eternidad se juega completamente en esta vida del cuerpo mientras dure. El drama está en que los Cristianos –sí, los seguidores de ese Cristo al que aludíamos– estaban demasiado ocupados en cuidar la vida del cuerpo. La del alma, bien, gracias. 

Los avances tecnológicos médicos nos han hecho pensar –y aumentar el deseo– de que la vida no se acabe. O al menos de que seamos nosotros los que elijamos cuándo morir o, al menos, cuando no morir. La ciencia médica –hacemos concesión al llamarla ciencia– se ha convertido en una suerte de sustituto de la religión para cualquier caso. La medicina tiene sus propios sacerdotes (médicos), sus obispos (ministros de salud) y hasta su Papa y su propio Vaticano (la OMS). Cada uno puede hacer las analogías que mejor le caigan, no será tan dificil. Esta suerte de religión tiene sus libros de reglas morales (protocolos de salud) e incluso los sacramentos (medicamentos) e iglesias parroquiales y capillas (centros de salud y farmacias). Todo bien estructurado como para que realmente pensemos que si Dios falla, estarán estos mini-dioses dispuestos a ayudarnos. Al menos a prolongar nuestras miserias o a hacernos pedazos para que nuestras partes puedan pervivir en el torso de alguno que tuviera mejor suerte que nosotros. 

Salus animarum...


"La salvación de la humanidad está cifrada en la celebración del santo sacrificio de la misa, porque todo el esfuerzo del malvado anticristo se orientará a quitar de la santa Madre Iglesia este santo misterio, en el que se maneja el precioso cuerpo de Jesucristo, en memoria de su santa Pasión, por medio de la cual los fieles cristianos de buena vida, aunque sean ignorantes y sin ciencia, podrán ver las astucias y malicias del mal vado anticristo y de sus seguidores”.

San Vicente Ferrer

jueves, 7 de mayo de 2020

Avisos Parroquiales


Ciertamente no es una lectura para chicas que se alimentan de bocadillos y de novelas yanquis, ni para chicas en general, ni para beatos, ni para burgueses, ni para burros, ni para sacerdotes no advertidos, ni para hombres sin percepción artística, ni para la inmensa parroquia de la moralina y de la ortodoxia infantil. Asomarse al abismo no es para todos.

Leonardo Castellani.